EL PLANETA DE LOS SIMIOS (1968)
En 1963 el escritor francés Pierre Boulle (Aviñón, 21 de febrero de 1912 - París, 30 de enero de 1994) publicó una novela que iba que dar mucho hablar. Le planete des singes o El planeta de los simios, en la que un astronauta francés, Ulises Merou, viaja por el espacio y aterriza en un planeta en que los humanos van completamente desnudos y son irracionales, en cambio los simios hablan y van vestidos, montan en caballo y viajan en aviones. La novela comienza con una pareja de simios astronautas que viajan por el espacio y encuentran un diario en el interior de una cápsula especial en la que Merou cuenta su epopeya.
Al llegar al planeta de los simios es capturado en una cacería que extermina a muchos humanos y es llevado a unos laboratorios donde la doctora Zira, una científica chimpancé analiza la especie humana. Le asignan una pareja, Nova, y va aprendiendo lentamente el lenguaje de los simios hasta poderse entender con los mismos...
Al llegar al planeta de los simios es capturado en una cacería que extermina a muchos humanos y es llevado a unos laboratorios donde la doctora Zira, una científica chimpancé analiza la especie humana. Le asignan una pareja, Nova, y va aprendiendo lentamente el lenguaje de los simios hasta poderse entender con los mismos...
La novela interesó mucho a Arthur P. Jacons que se apresuró a comprar los derechos y se dedicó a darle la lata a Richard Zanuck que nada quería saber del asunto. Se pasaba por sus oficinas diciéndole: "¿y los monos?", "¡no interesan!" respondía. Jacobs ya había tenido problemas con su primera película, Ella y sus maridos (1963) con Marilyn Monroe y Dick Van Dyke, que había sufrido retrasos por el despido de la actriz y su posterior suicidio que es un misterio todavía no desvelado. Fue sustituida por Shirley McLaine y obtuvo un éxito más bien moderado.
Jacobs continuó luchando por la película, charlton Heston se interesó por el proyecto y entonces Richard Zanuck reconsideró su posición. Se rodó primero una prueba con Edward G. Robinson y Charlton Heston que convenció finalmente a Zanuck pero el guión original no le gustaba porque era demasiado costoso. Rod Serling escribió una versión al estilo Dimensión desconocida que era considerado algo tétrica, por lo que Michael Wilson le añadió humor y ese tono satírico, esa parodia de la raza humana y ese toque brechniano como el interrogatorio de Zaius a Taylor que recuerda al Galileo Galilei.
Así que la película vio la luz y ante la sorpresa de la Fox, que trató el proyecto con desdén, se convirtió en un éxito de taquilla sin precedentes que salvó a la productora de la quiebra.
El guión cambia el nombre y la nacionalidad del astronauta convirtiéndole en Taylor y norteamericano, no faltaría más, y la sociedad simia no está tan avanzada como en la novela. Los humanos van vestidos con pieles malolientes, la censura no permitió que fueran completamente desnudos como en la novela.
Heston, especialista en cine épico, fue un espléndido Taylor, apoyado por un buen elenco, el shakesperiano Maurice Evans fue un malvado doctor Zaius, Roddy McDowall el chimpancé Cornelius (Aurelio en la versión española) y la oscarizada Kim Hunter la progresista doctora Zira.
Eran otros tiempos y entonces la contestación por la guerra del Vietnam y la desconfianza en el sistema imperialista y capitalista estaba a la orden del día, incluso se liberalizó la mente de los ciudadanos alrededor del mundo, las protestas estudiantiles, el mayo de 1968 y el movimiento hippie, las protestas contra la guerra del Vietnam llenaban los diarios de noticias.
Por eso, la película que nos ocupa tiene ese tono contestatario y liberal. Franklin J Schaffner, director de El señor de la guerra con Heston, un muy recomendable film medieval, ayudado por el guionista Michael Wilson (antiguo represaliado por la Caza de Brujas del senador McCarthy) supieron darle ese tono filosófico ausente en la versión del frikkie Tim Burton en 2001.
El doctor Zaius no es un zoquete obtuso, es un ser perverso que descubre que antes que la civilización simia hubo la humana y oculta la verdad a su pueblo, se convierte en un inquisidor interesado. Aunque el guión en cierto modo le justifica, actúa por miedo y no por intereses egoístas ni por cerrajón mental. Los chimpancés Aurelio y Zira son científicos y no pueden cerrar los ojos ante lo que es evidente. Taylor está desconcertado por lo que está viviendo. La secuencia del interrogatorio ante el tribunal es antológica, los orangutanes no quieren aceptar lo obvio.
Schaffner muestra una sociedad encerrada en sí misma, que no acepta nada que contradice sus dogmas y que está cerrada en un sistema racista y clasista. En realidad es un reflejo de la humanidad que conocemos que por ignorancia va al desastre.
El final es muy impactante aunque no comprendemos cómo Taylor no descubre que estamos en el planeta Tierra al oír a los simios hablar en un perfecto inglés.
El enorme éxito provocó que se rodaran cuatro secuelas, dos series de televisión, un remake mediocre de Tim Burton, pero no ha sido hasta la reciente El origen del planeta de los simios (2011) de Rupert Wyatt que nos hemos encontrado con otra película importante de la ya famosa saga.
El planeta de los simios (1968)
Planet of the Apes
Año de producción: 1968
País: EE.UU.
Dirección: Franklin J. Schaffner
Intérpretes: Charlton Heston, Roddy McDowall, Kim Hunter, Maurice Evans, James Whitmore, James Daly, Linda Harrison, Robert Gunner, Lou Wagner
Argumento: Pierre Boulle (novela)
Guión: Michael Wilson, Rod Serling
Música: Jerry Goldsmith
Fotografía: Leon Shamroy
Distribuye en DVD: Fox
Duración: 112 min.
Público apropiado: Jóvenes-adultos
Género: Ciencia ficción
Planet of the Apes
Año de producción: 1968
País: EE.UU.
Dirección: Franklin J. Schaffner
Intérpretes: Charlton Heston, Roddy McDowall, Kim Hunter, Maurice Evans, James Whitmore, James Daly, Linda Harrison, Robert Gunner, Lou Wagner
Argumento: Pierre Boulle (novela)
Guión: Michael Wilson, Rod Serling
Música: Jerry Goldsmith
Fotografía: Leon Shamroy
Distribuye en DVD: Fox
Duración: 112 min.
Público apropiado: Jóvenes-adultos
Género: Ciencia ficción
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