"¡QUE SE JODAN!"
Andrea Fabra |
Hasta hace un par de días nadie conocía a esa insulsa individua, pero ya se ha ganado a pulso su impopularidad sólo con una frase contundente y aclaratoria: "¡Qué se jodan!".
Una frase que lo dice todo. Dice lo que se esconde bajo la máscara de la cortesía y de la falsamente corrección política. Nos dice a quien sirve esta individua y su partido impopular.
Sirven a intereses extranjeros. A unos enemigos que no tienen nombre ni rostro. Instrucciones de Bruselas. ¿Bruselas? Los ciudadanos de dicha ciudad ni se habrán enterado: ¿El Parlamento europeo? ¿Quién?
Estamos ante un enemigo que no tiene rostro, que no tiene nombre, no sabemos quienes son. A nuestros políticos les pagamos el sueldo con nuestros impuestos y demasiado generosamente, son nuestros ciudadanos quien les vota. No les vota Bruselas ni les paga el sueldo dicha misteriosa entidad.
Tanto los socialistas, como los impopulares, los convergentes catalanes y los nacionalistas vascos, enfrentados en apariencia entre sí, sirven todos a los mismos intereses. Sirven a esa gente que no tiene rostro, ¿qué legitimidad tienen? Además nos imponen sus criterios a golpe de porra en la calle y con frases aclaratorias como la pronunciada por la pija de la foto: "¡qué se jodan!".
Algún día su arrogancia, su prepotencia se volverá en contra de esa gente como ya ha ocurrido en otras ocasiones. En la Francia borbónica, en la Rusia zarista, en el México de Maximiliano, los verdaderos padres de sus consecuencias.
Una frase que lo dice todo. Dice lo que se esconde bajo la máscara de la cortesía y de la falsamente corrección política. Nos dice a quien sirve esta individua y su partido impopular.
Sirven a intereses extranjeros. A unos enemigos que no tienen nombre ni rostro. Instrucciones de Bruselas. ¿Bruselas? Los ciudadanos de dicha ciudad ni se habrán enterado: ¿El Parlamento europeo? ¿Quién?
Estamos ante un enemigo que no tiene rostro, que no tiene nombre, no sabemos quienes son. A nuestros políticos les pagamos el sueldo con nuestros impuestos y demasiado generosamente, son nuestros ciudadanos quien les vota. No les vota Bruselas ni les paga el sueldo dicha misteriosa entidad.
Tanto los socialistas, como los impopulares, los convergentes catalanes y los nacionalistas vascos, enfrentados en apariencia entre sí, sirven todos a los mismos intereses. Sirven a esa gente que no tiene rostro, ¿qué legitimidad tienen? Además nos imponen sus criterios a golpe de porra en la calle y con frases aclaratorias como la pronunciada por la pija de la foto: "¡qué se jodan!".
Algún día su arrogancia, su prepotencia se volverá en contra de esa gente como ya ha ocurrido en otras ocasiones. En la Francia borbónica, en la Rusia zarista, en el México de Maximiliano, los verdaderos padres de sus consecuencias.
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