LOS TRASGOS
Los trasgos son unos demonios pequeños con rabos y cuernos que se dedican a realizar toda clase de diabluras en los hogares como mezclar el azúcar con la sal, volcar jarras de leche, espantar al ganado, realizar ruidos molestos por la noche, hacer ladrar a los perros, impedir que las gallinas pongan huevos, desorganizar la casa aunque haya algunos que gocen de buen humor y hagan precisamente todo lo contrario. Seres de raíz céltica están emparentados con los leprechaun y boggie de otros lugares como Inglaterra, el País de Gales. Actúan en las minas de Cornualles esta vez de forma positiva mostrando los lugares donde se encuentran las betas del mejor mineral.
A veces toman formas de animales, lo que refleja debidamente su naturaleza brutal. Son ladrones y malvados, compañeros de los muertos, sobretodo en la víspera de todos los santos.
Más que nada, los trasgos son diablos tentadores que usan con frecuencia los frutos prohibidos del país de las hadas para atraer a sus víctimas a su destino fatal.
Los que nos ocupan, los de la zona gallego-asturiana no son especialmente diabólicos pero sí insoportables haciendo la vida imposible a las familias que los padecen obligándoles a mudarse, en tal caso suelen seguir a los amos al nuevo hogar para continuar con sus diabluras.
Una forma de deshacerse de ellos es encomendarles tareas imposibles como traer agua del mar en una cesta o convertir en blancas las cabras negras. Pero la forma más habitual de librarse de un trasgo es poniendo en un lugar adecuado un cojín de linaza para que lo coja, no podrá porque tienen la mano izquierda agujereada. No lo podrá hacer y avergonzado ya no volverá más a la vivienda.
Ramón María del Valle Inclán solía sacar trasgos en sus comedias bárbaras, mostrándoles como seres alocados y bastante pelmazos añadiendo un toque pintoresco al relato central de las mismas.
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