LOS VAMPIROS ¡VAYA TIMO!
Nuestro compañero y amigo Jordi Ardanuy acaba de publicar un libro con la Editorial Laetoli dentro de una colección llamada "¡Vaya timo!" destinado a desenmascarar todas las supercherías que padecemos a principios del siglo XXI en nuestra poco lúcida sociedad.
Para nosotros el interés por los vampiros es muy relativo. En mi caso soy cinéfilo, me gusta el buen cine y estoy interesado en algunas películas, como por ejemplo las de Terence Fisher, porque son buenas películas y no porque en ellas aparezca Christopher Lee haciendo de Drácula.
El cine fantástico sólo me interesa cuando son buenas películas y me interesan únicamente por sus valores estrictamente cinematográficos y por nada más. El cine fantástico malo no me interesa para nada.
Pero por razones extrañas, alguna gente cae en el fanatismo ciego y se dedica a echar incienso a auténticos bodrios sólo porque su protagonista sea un "icono". La mera referencia a unos temas ya trillados, copiados descaradamente de la creación ajena, provoca que se sobrevaloren infamias pseudofílmicas asistiendo al torpe y grotesco carnaval de los continuos homenajes y alabanzas a los bodrieros de rigor.
Otra de las consecuencias de ese cine que nos gusta porque es cine y no porque salen vampiros es que algunos se dedican a especular sobre su existencia. Es evidente que en el pasado, siglos atrás, la gente creyera en estas leyendas debido a la gran influencia de la religión cristiana. Eran otros tiempos ya superados.
Que ha habido enfermedades que provoca que haya gente que beba sangre, pues sí. Puede ser. Pero a mí personalmente sólo me interesan las buenas películas y otras aficiones que tengo, como la fotografía, el senderismo, el video digital y la animación 3 D. Lo malo de este país es que se creen que porque te interesan las películas de Browning, Fisher y compañía debes tragarte estas leyendas o pretendidas leyendas como si fueran ciertos o dedicarte a ensalzar bodrios infumables sólo porque en ellos aparece un vampiro o un hombre lobo ridículo.
Cada cosa tiene su especio. A mí me gusta mucho Tolkien y la trilogía de El señor de los anillos y no creo ni en orcos y en la existencia de hobbits. Mi interés es estrictamente cinematográfico o literario, nada más.
El cine fantástico es en realidad una evasión, una diversión, en absoluto una religión como algunos se empeñan en convertir contra toda razón y contra toda lógica.
Ardanuy habla de las creencias en el vampirismo, de Lilith y de Drácula, de otros más. Leyendas que pertenecen al pasado cuando no existía tanta información como en el presente, en donde la ignorancia suplía con fantasías la falta de conocimiento. Épocas que felizmente ya han pasado y lo único que nos toca hacer es pasar página.
El libro está bien explicado y conviene leerlo, al menos para que no dejemos que nos tomen el pelo como lo están haciendo mucha gente en los últimso tiempos.
Para nosotros el interés por los vampiros es muy relativo. En mi caso soy cinéfilo, me gusta el buen cine y estoy interesado en algunas películas, como por ejemplo las de Terence Fisher, porque son buenas películas y no porque en ellas aparezca Christopher Lee haciendo de Drácula.
El cine fantástico sólo me interesa cuando son buenas películas y me interesan únicamente por sus valores estrictamente cinematográficos y por nada más. El cine fantástico malo no me interesa para nada.
Pero por razones extrañas, alguna gente cae en el fanatismo ciego y se dedica a echar incienso a auténticos bodrios sólo porque su protagonista sea un "icono". La mera referencia a unos temas ya trillados, copiados descaradamente de la creación ajena, provoca que se sobrevaloren infamias pseudofílmicas asistiendo al torpe y grotesco carnaval de los continuos homenajes y alabanzas a los bodrieros de rigor.
Otra de las consecuencias de ese cine que nos gusta porque es cine y no porque salen vampiros es que algunos se dedican a especular sobre su existencia. Es evidente que en el pasado, siglos atrás, la gente creyera en estas leyendas debido a la gran influencia de la religión cristiana. Eran otros tiempos ya superados.
Que ha habido enfermedades que provoca que haya gente que beba sangre, pues sí. Puede ser. Pero a mí personalmente sólo me interesan las buenas películas y otras aficiones que tengo, como la fotografía, el senderismo, el video digital y la animación 3 D. Lo malo de este país es que se creen que porque te interesan las películas de Browning, Fisher y compañía debes tragarte estas leyendas o pretendidas leyendas como si fueran ciertos o dedicarte a ensalzar bodrios infumables sólo porque en ellos aparece un vampiro o un hombre lobo ridículo.
Cada cosa tiene su especio. A mí me gusta mucho Tolkien y la trilogía de El señor de los anillos y no creo ni en orcos y en la existencia de hobbits. Mi interés es estrictamente cinematográfico o literario, nada más.
El cine fantástico es en realidad una evasión, una diversión, en absoluto una religión como algunos se empeñan en convertir contra toda razón y contra toda lógica.
Ardanuy habla de las creencias en el vampirismo, de Lilith y de Drácula, de otros más. Leyendas que pertenecen al pasado cuando no existía tanta información como en el presente, en donde la ignorancia suplía con fantasías la falta de conocimiento. Épocas que felizmente ya han pasado y lo único que nos toca hacer es pasar página.
El libro está bien explicado y conviene leerlo, al menos para que no dejemos que nos tomen el pelo como lo están haciendo mucha gente en los últimso tiempos.
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