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Análisis comparativos de dos filmes

PIGMALION (1938) 
MY FAIR LADY (1964) 

George Bernard Shaw
George Bernard Shaw (Dublín, 26 de julio de 1856 – Ayot St. Lawrence, Hertfordshire, 2 de noviembre de 1950) fue un escritor irlandés, ganador del Premio Nobel de literatura en 1925 y del Óscar en 1938. A finales de los sesenta, Narciso Ibález Serrador rodó un episodio de la serie Los premios Nobel, dedicándole un episodio al autor inglés, siendo su ilustre padre Narciso Ibáñez Menta quien encarnó la figura que nos ocupa.
En 1916 Shaw estrenó Pigmalión, basado en un antiguo relato de Ovidio con el mismo título, inspirados a su vez en un mito griego. Pigmalión, rey de Chipre, construye una estatua tan bella de la que se enamora, Galatea, y los dioses le dan la vida para que pudieran contraer matrimonio.
La obra de Shaw trata de un profesor de fonética, Henry Higgins, que para ganar una apuesta enseña dicción a una florista paleta que encuentra en Convent Garden, Londres. Shaw tenía la teoría de que los ingleses no sabían hablar correctamente su idioma, que destrozaban de forma brutal. Por eso, Higgins apuesta que en seis meses enseñaría a la florista Eliza Doolitle a hablar correctamente y hacerla pasar por una gran dama en sociedad. Finalmente gana la apuesta pero el trato que le sometió era insoportable, por lo que Eliza acaba por marcharse y casarse con Alfred, un galancete que le ronda desde hace meses.
Shaw ironiza con sabiduría de la condición de la mujer y del clasismo británico. Tanto Henry Higgins, como Eliza Doolitle y Alfred Doolitle, su padre, son personajes clásicos del teatro inglés muy codiciados por todos los actores y actrices en activo. En España el papel de Higgins fue interpretado con brillantez por José María Rodero y en adaptaciones posteriores por Alberto Closas.
Es curioso, pero a mí me gusta más el padre del padre de la chica, un hombre extremadamente pobre pero con una peculiar filosofía de la vida. 

Leslie Howard y Wendy Hiller

 En 1938 Pigmalión fue llevada al cine bajo dirección de Leslie Howard y Anthony Asquith,  el primero encarnó a Higgins y Wendy Hiller a Eliza. Wilfrid Lawson es el padre de la chica, el peculiar basurero Alfred. Aunque basada en la obra se añadieron escenas nuevas escritas por Shaw que al colaborar con el guión pudo recibir el Oscar al mejor guionista por parte de la Academia de Hollywood. Se añadió el baile en la embajada de Transilvania y se cambió el final, Eliza se queda con el profesor Higgins ya que al vivir juntos durante seis meses descubren al separarse que no pueden vivir separados.
Muchos críticos consideran que este nuevo final es una traición a la obra, pero lo acerca más al texto de Ovidio. Esta obra tiene para mí dos momentos sensacionales que son lo mejor de su contenido. La primera de estas escenas es cuando Alfred Doolitle se presenta en el domicilio de Higgins a exigirle dinero por quedarse con su hija. Ya que él la engendró, aunque vivan separados porque se desentendió de ella, tiene derecho a participar del "negocio" que la chica hace al irse a vivir a casa de un caballero bien situado. El basurero expone unas teorías curiosas sobre la vida que dejan a Higgins completamente perplejo.
La segunda escena es cuando Eliza se escapa del domicilio de Higgins tras ganar la apuesta. Quiere volver a Covent Garden con sus antiguos compañeros y éstos no la reconocen. En aquel momento Eliza ya no sabe cual es su sitio en este mundo y experimenta una sensación de total desconcierto.
Aunque es una producción británica modesta realizada con cierta premura y sencillez, la película tiene sus muchos puntos atractivos. 

Wendy Hiller y Leslie Howard
La sobriedad de la puesta en escena es muy de agradecer. Howard es un Higgins algo atolondrado que contradice la imagen flemática del personaje que hemos visto en otras interpretaciones.
Tras fallecer Shaw en 1950, el productor Gabriel Pascal que había adquirido los derechos para cine de varias obras del escritor inglés, entre ellos Pigmalión, encargó al escritor Alan Jay Lerner  una versión musical del texto, encargándole la música a su socio Frederick Loewe.
La tarea fue ardua, con numerosas dificultades. finalmente falleció el productor y el banco Chase Manhattan se quedó como gestor de la obra y de todas las posesiones de Pascal. No estaban interesados en el proyecto, pero tiempo después cambiaron de opinión y le dieron luz verde.
Como Higgins se pensó en Noel Coward, polifacético hombre de teatro, pero este acabó por renunciar y recomendó a Rex Harrison. Para Eliza fue llamada una actriz y cantante nueva prácticamente desconocida, Julie Andrews, y el veterano Stanley Holloway fue su padre Alfred.

Rex Harrison y Julie Andrews
My Fair Lady tuvo 2717 representaciones en el Teatro Mark Hellinger de Nueva York tras una gira pre-Broadway, cifra considerada un éxito sin precedentes. Corría el año 1956 en que se realizó semejante hazaña. En 1958 la compañía se trasladó a Londres en el Theatre Royal de Drury Lane con 2281 representaciones más pulverizando las taquillas y convirtiendo la obra en un clásico incontestable.
El éxito motivó que la Warner, sobretodo su ejecutivo Jack Warnes mostrara interés por llevarla al cine pero cometió el error más grande de toda su carrera, sustituir a la actriz protagonista Julie Andrews por considerarla desconocida en el mundo del cine por no haber rodado nunca una película. 

Audrey Hepburn y Julie Andrews
Se llamó a la gran Audrey Hepburn para el papel cinematográfico de Eliza, ante las protestas de todo el mundo incluyendo a la propia Audrey que creyó injusta la decisión de Jack Warner. Finalmente terminó por acceder para evitar que el jugoso papel cayera en manos peores, como Elizabeth Taylor. Rex Harrison y Stanley Holloway repitieron de nuevo sus dos papeles que les habían encumbrado.
A pesar de la gran valía de la lujosa versión dirigida por George Cukor, My Fair Lady (1964), considerado uno de los mejores musicales de todos los tiempos, dejó mal sabor de boca a mucha gente que en ella participó. A la actriz principal, Audrey Hepburn tras grabar con su propias cuerdas vocales las canciones fue doblada por Marnie Nixon (la voz de Natalie Wood en West Side Story), otra decisión injusta del señor Warner, que provocó gran malestar en la actriz y con razón. Por ese motivo no fue nominada al Oscar por su Eliza cinematográfica porque el reglamento de la Academia prohibe que un actor doblado sea nominado.
El rodaje tuvo lugar en los estudios Warner y no en Londres. A pesar de que los decorados tienen gran calidad tiene detalle discutibles como por ejemplo la mansión extremadamente lujosa del profesor Higgins con un enjambre de criados cuando se supone que su condición económica es modesta y encima no se le ve trabajar en ningún momento salvo con Eliza. 
La película obtuvo varios Oscars pero el de actriz principal lo recibió la despreciada Julie Andrews, que hubiera sido perfecta para el papel cinematográfico de Eliza, por su papel en Mary Poppins. Jack Warner tuvo que soportar burlas y bromas el resto de sus días por su errónea decisión.

Audrey Hepburn y Rex Harrison
Con todo hay que reconocer la gran creación de Audrey en el papel de Eliza. Sobretodo los primeros momentos en Covent Garden cuando habla como una paleta de acento cockney, muy difícil de imitar. En la versión de 1938 antes aludida, apenas era perceptible el acento pese a que se había rodado en estudios londinenses más acostumbrado a oír tan castizo acento.
Rex Harrison está genial como Higgins y sobretodo destaca Stanley Holloway en el papel de padre de Eliza. Ese basurero gorrón, borrachín y pendón de vida libertina es un personaje fuera de lo común y su secuencia con Higgins para pedirle dinero es lo mejor de la película. 
En fin, nos encontramos ante un clásico incontestable. Una película redonda que tal vez hubiera sido mejor con Julie Andrews y sin la pomposidad hollywoodense. Una auténtica obra de arte que uno ve una y otra vez sin cansarse, terminando por aprenderse los diálogos de memoria. Es como si fuera una de las películas de mi vida pero es con toda justicia una de las mejores que he visto en mi vida cinéfila.

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