COSAS DE FRANKENSTEIN
A finales de mes aparece un libro del escritor Juan Andrés Pedrero Santos sobre el realizador James Whale, autor de los primeros (y mejores) Frankensteins de la Universal en los años treinta. No voy hablar aquí del libro hasta que no lo tenga entre mis manos pero sí de unos hechos que tuve que vivir hace ya algún tiempo al respecto de la figura de Whale.
Hubo una época en que estuvo de moda desprestigiarle debido a un absurdo libro publicado en Francia, El cine fantástico y sus mitologías de Gerard Lenne que se puso de moda entre ciertos escritores del género fantástico y cuyos nombres callaré piadosamente.
Según este escritor Whale intrigó para conseguir la dirección de El doctor Frankenstein maltratando a Robert Florey quien había realizado una bobina con Bela Lugosi, "un tesoro oculto en los almacenes de la Universal". Yo no voy añadir nada al tema porque es agua pasada y la Universal indemnizó a Florey con otras películas, todo lo contrario de otro caso que viví personalmente sin recibir a cambio más que insultos y descalificaciones.
En aquella época las teorías de Lenne se pusieron de moda y claro está mucha gente se dedicó a copiarlas miméticamente, un fenómeno muy típico de nuestra cultura. Un gurú suelta una sarta de sandeces y varios tipos le siguen, repitiendo todos sus teoremas como papagayos.
Así a principios de los ochenta nos amargaron la existencia con ese libro y sus miméticos estudios aparecidos en revistas prestigiosas cuyo nombre me callo. El mimetismo llegó incluso a un ensayo sobre nuestro licántropo nacional del que dijeron nada más y nada menos que "el hombre lobo (el español, claro) era un anarquista que luchaba contra Franco" y cosas así.
En aquel tiempo se puso de moda decir que El doctor Frankenstein era una mala película, que la buena era La venganza de Frankenstein de Terence Fisher y quien opinaba lo contrario era un completo imbécil.
Así que uno recibía fotocopias de artículos de cierto autor de cuyo nombre no quiero acordarme aparecidos en revistas especializadas de cine, en los que se hacía referencia al caso. La película de Whale no valía nada, según ese señor, subrayando los párrafos donde se decía eso, y comentarios del tipo "digo eso para los que no piensan".
En fin, digo yo, ¿a quién le importa qué películas me gustan y qué no? Es un asunto íntimo y la ley nos garantiza la libertad de expresión. Pero porque un señor ha escrito un libro, que por cierto arrojé a un contenedor de basura por su carácter mesiánico, todos debemos opinar igual y si vamos al cine a ver determinadas películas y disfrutamos o no con ellas lo hacemos para llevarles la contraria o para fastidiar al prójimo.
Nunca he entendido a esa gente, pero ¿es que hay algo que entender?
Hubo una época en que estuvo de moda desprestigiarle debido a un absurdo libro publicado en Francia, El cine fantástico y sus mitologías de Gerard Lenne que se puso de moda entre ciertos escritores del género fantástico y cuyos nombres callaré piadosamente.
Según este escritor Whale intrigó para conseguir la dirección de El doctor Frankenstein maltratando a Robert Florey quien había realizado una bobina con Bela Lugosi, "un tesoro oculto en los almacenes de la Universal". Yo no voy añadir nada al tema porque es agua pasada y la Universal indemnizó a Florey con otras películas, todo lo contrario de otro caso que viví personalmente sin recibir a cambio más que insultos y descalificaciones.
En aquella época las teorías de Lenne se pusieron de moda y claro está mucha gente se dedicó a copiarlas miméticamente, un fenómeno muy típico de nuestra cultura. Un gurú suelta una sarta de sandeces y varios tipos le siguen, repitiendo todos sus teoremas como papagayos.
Así a principios de los ochenta nos amargaron la existencia con ese libro y sus miméticos estudios aparecidos en revistas prestigiosas cuyo nombre me callo. El mimetismo llegó incluso a un ensayo sobre nuestro licántropo nacional del que dijeron nada más y nada menos que "el hombre lobo (el español, claro) era un anarquista que luchaba contra Franco" y cosas así.
En aquel tiempo se puso de moda decir que El doctor Frankenstein era una mala película, que la buena era La venganza de Frankenstein de Terence Fisher y quien opinaba lo contrario era un completo imbécil.
Así que uno recibía fotocopias de artículos de cierto autor de cuyo nombre no quiero acordarme aparecidos en revistas especializadas de cine, en los que se hacía referencia al caso. La película de Whale no valía nada, según ese señor, subrayando los párrafos donde se decía eso, y comentarios del tipo "digo eso para los que no piensan".
En fin, digo yo, ¿a quién le importa qué películas me gustan y qué no? Es un asunto íntimo y la ley nos garantiza la libertad de expresión. Pero porque un señor ha escrito un libro, que por cierto arrojé a un contenedor de basura por su carácter mesiánico, todos debemos opinar igual y si vamos al cine a ver determinadas películas y disfrutamos o no con ellas lo hacemos para llevarles la contraria o para fastidiar al prójimo.
Nunca he entendido a esa gente, pero ¿es que hay algo que entender?
Comentarios