Una segunda lectura en clave política nos podría recordar que los caballeros teutónicos, esos caballeros despóticos que se pretendían virtuosos, pero eran los opresores de Polonia en realidad representan al Partido Comunista y a la Unión Soviética. Si bien en la izquierda española éstos tenían un gran prestigio, frente a la dictadura de Franco, en realidad la imagen que los polacos tenían de los mismos no difería nada de la que nosotros tuvimos con nuestro caudillo. Unos opresores que se pretendían seres virtuosos, de la Orden de la Virgen María (?) y practicaban la castidad.
Como obra cinematográfica es impecable. Un estilo narrativo muy polaco, es decir que los personajes son vistos con distancia. Algún fallo técnico, esos banquetes en los castillos plenamente iluminados aunque no sabemos de dónde procedía tanta luz. Pero da una imagen muy certera de la Edad Media en Polonia, esas costumbres que se convierten en ley. La dama que cubre con su pañuelo la cabeza del joven que van a decapitar, le salva de la muerte pero se deberán casar de inmediato.
O esa secuencia de la princesa entrando en un mesón precedido por juglares que la siguen tocando sus instrumentos o esos bufones impertinentes que siempre dan la lata a sus amos con sus inoportunas muecas.
La batalla final, el realizador nos cuenta con exactitud cómo los bandos opuestos preparan la batalla con un perfecto montaje paralelo de ambos caudillos. Visualmente impresionante, Los caballeros teutónicos es película de visión imprescindible.
Director de cine polaco. Debutó en el cine como actor con apenas veintiún años. Pronto se dedicó casi en exclusiva a la dirección realizando algunos documentales antes de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual trabajó como cámara de noticieros cinematográficos y reportero de prensa en el frente ruso. Al acabar la guerra regresó a Polonia, donde fue nombrado director de Film Polski.
Tras dos años al frente de este organismo oficial, reinició su carrera como director con Ulica Graniczna (1948). En ella cuenta la historia del ghetto de Varsovia, desde su creación por parte de los nazis, tras la invasión de Polonia, hasta la revuelta de 1943 a la que se pone fin con un gran derramamiento de sangre. Obtuvo el León de Oro del Festival de Venecia de 1948.
Ford es el más grande cineasta polaco de los formados antes de la guerra y uno de los más interesantes de los anteriores a la eclosión a finales de los años cincuenta de nuevos cineastas como Polansky, Kawalerowicz o Wajda. Su película Piatka z ulicky Barskiej (1954) obtuvo el premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes. Durante los años sesenta consolidó su posición de privilegio dentro de la industria polaca, una de las más desarrolladas de la época en los países del bloque comunista. Entre sus últimas películas destaca El mártir (1975), producción germano-israelí en la que vuelve a la época que mejor conoce para contar la historia de Janusz Korczack, director del orfanato del ghetto de Varsovia.
En 1968, Aleksander Ford cayó en desgracia. el Partido Comunista polaco le puso en las listas negras por persona desviacionista y poco grata teniendo que huir al extranjero, acabó por suicidarse en un hotel de Florida. Se ha escrito mucho sobre la Caza de Brujas del senador MacCarthy en los Estados Unidos pero muy poco por la realizada por los comunistas en sus respectivos países. Pero el paso del tiempo coloca a cada cual a su sitio.
SINOPSIS En la Polonia medieval, los Caballeros Teutónicos cometen todo tipo de tropelías e infamias amparándose en la Santa Cruz, hasta que el Rey apoyado por su pueblo, les declara la guerra.
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