Tras el estreno de Un submarino en el mantel, inicio de mi verdadera carrera de actor, recibí una llamada inesperada de Marta Flores, agente artística de Barcelona, para comunicarme que George Lucas iba a rodar en el mes de agosto de 1991 un episodio de la serie Crónicas del joven Indiana Jones.
Entonces yo estaba preparando la publicación de Estruch, mi libro predilecto, y la noticia me pilló de sorpresa. Sus representantes se habían pasado por la agencia y se encontraron con una foto mía y me seleccionaron no par un papel, sino dos, en tan golosa producción. Un día me llamaron para firmar el contrato, otro para probarme los trajes, otro para rodar los dos papeles (uno por la mañana y otro por la tarde) y el cuarto para cobrar a tocateja. No es frecuente trabajar en estas condiciones en España donde la picaresca campa a sus anchas y uno siempre suele llevarse desagradables sorpresas.
Aquí no. Todo era serio y formal, algo a lo que por desgracia no estaba acostumbrado.
Me sorprendió la legión de técnicos y de actores movilizados para el rodaje pese a que se trataba de un telefilme y sobretodo la minuciosidad del mismo.
El director era Terry Jones de la Monty Python, quien también intervenía como actor en la misma secuencia, que ocurría en un tablao flamenco. Mis intervenciones era pequeñas pero la experiencia valía la pena.
Jones hasta hablaba con los extras para indicarles lo que tenían que hacer, mientras George Lucas estaba vigilante. Dejaba hacer a Jones y se paseaba con su brazo escaloyado. Les hice un par de fotos, muy simpáticas las dos.
Además tuvieron el detalle de felicitarnos cuando habíamos acabado el rodaje y de darnos las gracias por nuestra colaboración.
Aquella fue una de las épocas más maravillosas de mi vida pero duró poco tiempo, viéndose truncada por el Mal de Alzheimer que padecía mi madre que me apartó de los platós.
Sin embargo nunca fuí más feliz y de los que guardo mejor recuerdo fueron aquellos rodajes que ahora sí me despiertan nostalgia. Meses después Estruch vio la luz y saltó a todos los medios informativos.
La crítica alabó mi participación en mi papel de Un submarino en el mantel y provocó que me dieron más personajes en otras películas todas ellas de grata memoria. Lo que yo daría por otra experiencia similar.
Entonces yo estaba preparando la publicación de Estruch, mi libro predilecto, y la noticia me pilló de sorpresa. Sus representantes se habían pasado por la agencia y se encontraron con una foto mía y me seleccionaron no par un papel, sino dos, en tan golosa producción. Un día me llamaron para firmar el contrato, otro para probarme los trajes, otro para rodar los dos papeles (uno por la mañana y otro por la tarde) y el cuarto para cobrar a tocateja. No es frecuente trabajar en estas condiciones en España donde la picaresca campa a sus anchas y uno siempre suele llevarse desagradables sorpresas.
Aquí no. Todo era serio y formal, algo a lo que por desgracia no estaba acostumbrado.
Me sorprendió la legión de técnicos y de actores movilizados para el rodaje pese a que se trataba de un telefilme y sobretodo la minuciosidad del mismo.
El director era Terry Jones de la Monty Python, quien también intervenía como actor en la misma secuencia, que ocurría en un tablao flamenco. Mis intervenciones era pequeñas pero la experiencia valía la pena.
Jones hasta hablaba con los extras para indicarles lo que tenían que hacer, mientras George Lucas estaba vigilante. Dejaba hacer a Jones y se paseaba con su brazo escaloyado. Les hice un par de fotos, muy simpáticas las dos.
Además tuvieron el detalle de felicitarnos cuando habíamos acabado el rodaje y de darnos las gracias por nuestra colaboración.
Aquella fue una de las épocas más maravillosas de mi vida pero duró poco tiempo, viéndose truncada por el Mal de Alzheimer que padecía mi madre que me apartó de los platós.
Sin embargo nunca fuí más feliz y de los que guardo mejor recuerdo fueron aquellos rodajes que ahora sí me despiertan nostalgia. Meses después Estruch vio la luz y saltó a todos los medios informativos.
La crítica alabó mi participación en mi papel de Un submarino en el mantel y provocó que me dieron más personajes en otras películas todas ellas de grata memoria. Lo que yo daría por otra experiencia similar.
Terry Jones
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