HORRORMANIA
Mi apreciado amigo José Manuel Serrano Cueto ha publicado su libro Horrormania y por fin lo he recibido. En algunos foros ha venido precedido de una desagradable polémica de alguien que no deseaba que el compañero siguiera publicando pero ya se sabe que en este oficio tenemos ciertos riegos. Yo mismo he pasado por experiencias similares en otros tiempos y me he tenido que aguantar.
Aparece una entrada que me ha dedicado a mi persona, lo cual agradezco de veras, aunque su contenido no estoy demasiado de acuerdo porque mi etapa dedicada al fantástico, mi primera etapa, no fue la más fecunda sino la más pobre, y provocó mi abandono viviendo posteriormente mejores tiempos en otros terrenos. Mi etapa no fantástica, la comedia catalana, La parodia nacional, que se truncó cuando mi madre enfermó de Alzheimer y provocó mi desaparición forzosa y el olvido, fue para mí la mejor época de mi vida y la que me dediqué al fantástico la más desdichada.
Pero considero lógico que a ciertas personas le interese precisamente aquella época de la que no quiero ni acordarme. Acabé por rechazar todo lo que oliera a terror, incluso con violencia. Hasta me molestaba que me hablaran de aquellos tiempos tan truculentos y es que jamás me adapté al fantástico.
A mí me gusta el cine de género, de todos los géneros, y del fantástico sólo me gusta una parte. En mi videoteca no hay demasiadas: expresionismo alemán, la Universal, la Hammer, Mario Bava, Harryhausen. Es decir, lo básico. Del resto no quiero saber nada.
En cambio de cine cómico, musicales, histórico sí tengo abundantes piezas. Para mí la etapa del fantástico fue una especie de carambola. Un día me ofrecieron escribir sobre Bela Lugosi en un proyecto de Pierrot llamado Vudú, acepté y lo demás me vino rodado.
Es decir, alguna gente leyó el artículo y empezaron a ofrecerme colaboraciones en otras revistas parecidas como Famous Monsters of Filmland, Mad Movies y L'Ecran Fantastique. La primera desapareció, las otras las abandoné. Aprendí a decir no y todo lo que me ofrecían al respecto lo rechazaba sin miramientos.
Fuera del fantástico las cosas me fueron mucho mejor y yo fui más feliz, me sentí más a gusto conmigo mismo y me sentí más gratificado.
Fue una decisión muy drástica la que tuve que tomar para deshacerme de esa prensa y de esas películas que me tenían literalmente amargado. No fui el único que en su día hizo lo mismo que yo, pero a pesar nuestro esa etapa nos ha marcado y no nos podemos librar de la sombra que proyecta en nuestra existencia.
Por lo que respecta al libro de Serrano Cueto yo lo encuentro muy bien documentado, con datos certeros. Otros no tanto. La furia del hombre lobo, por ejemplo, la preparó Enrique López Eguiluz que abandonó el cine por cuestiones económicas. Emigró a tierras austriacas y no quiso saber nada más del tema. Lo sustituyó un incompetente y los productores añadieron fragmentos de La marca del hombre lobo para rellenar huecos porque el conjunto era incoherente.
Magic London, un título sin pies ni cabeza, lo iba a distribuir Ken Films pero no se llevó a cabo por desavenencias y finalmente Monzó, para saldar una deuda, entregó la película a un distribuidor canario llamado Francisco Herrera que la estrenó como El anticristo 2, firmando el realizador como Sergio Argento.
El libro cumple su función, es un abc muy completo. Excelente documentación muy bien editado por Alberto Santos y se convertirá sin duda en un libro de referencia.
Aparece una entrada que me ha dedicado a mi persona, lo cual agradezco de veras, aunque su contenido no estoy demasiado de acuerdo porque mi etapa dedicada al fantástico, mi primera etapa, no fue la más fecunda sino la más pobre, y provocó mi abandono viviendo posteriormente mejores tiempos en otros terrenos. Mi etapa no fantástica, la comedia catalana, La parodia nacional, que se truncó cuando mi madre enfermó de Alzheimer y provocó mi desaparición forzosa y el olvido, fue para mí la mejor época de mi vida y la que me dediqué al fantástico la más desdichada.
Pero considero lógico que a ciertas personas le interese precisamente aquella época de la que no quiero ni acordarme. Acabé por rechazar todo lo que oliera a terror, incluso con violencia. Hasta me molestaba que me hablaran de aquellos tiempos tan truculentos y es que jamás me adapté al fantástico.
A mí me gusta el cine de género, de todos los géneros, y del fantástico sólo me gusta una parte. En mi videoteca no hay demasiadas: expresionismo alemán, la Universal, la Hammer, Mario Bava, Harryhausen. Es decir, lo básico. Del resto no quiero saber nada.
En cambio de cine cómico, musicales, histórico sí tengo abundantes piezas. Para mí la etapa del fantástico fue una especie de carambola. Un día me ofrecieron escribir sobre Bela Lugosi en un proyecto de Pierrot llamado Vudú, acepté y lo demás me vino rodado.
Es decir, alguna gente leyó el artículo y empezaron a ofrecerme colaboraciones en otras revistas parecidas como Famous Monsters of Filmland, Mad Movies y L'Ecran Fantastique. La primera desapareció, las otras las abandoné. Aprendí a decir no y todo lo que me ofrecían al respecto lo rechazaba sin miramientos.
Fuera del fantástico las cosas me fueron mucho mejor y yo fui más feliz, me sentí más a gusto conmigo mismo y me sentí más gratificado.
Fue una decisión muy drástica la que tuve que tomar para deshacerme de esa prensa y de esas películas que me tenían literalmente amargado. No fui el único que en su día hizo lo mismo que yo, pero a pesar nuestro esa etapa nos ha marcado y no nos podemos librar de la sombra que proyecta en nuestra existencia.
Por lo que respecta al libro de Serrano Cueto yo lo encuentro muy bien documentado, con datos certeros. Otros no tanto. La furia del hombre lobo, por ejemplo, la preparó Enrique López Eguiluz que abandonó el cine por cuestiones económicas. Emigró a tierras austriacas y no quiso saber nada más del tema. Lo sustituyó un incompetente y los productores añadieron fragmentos de La marca del hombre lobo para rellenar huecos porque el conjunto era incoherente.
Magic London, un título sin pies ni cabeza, lo iba a distribuir Ken Films pero no se llevó a cabo por desavenencias y finalmente Monzó, para saldar una deuda, entregó la película a un distribuidor canario llamado Francisco Herrera que la estrenó como El anticristo 2, firmando el realizador como Sergio Argento.
El libro cumple su función, es un abc muy completo. Excelente documentación muy bien editado por Alberto Santos y se convertirá sin duda en un libro de referencia.
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