NOCHE EN EL MUSEO 2
Noche en el museo machacó la taquilla y, como el cine es un negocio, aunque a mucha gente no les guste reconocerlo, apareció la inevitable secuela que como todas las secuelas no es más que una maniobra comercial realizada, eso sí, con verdadera pericia.
Ben Stiller repite en su personaje, añoramos a Dick Van Dyke, y Amy Adams nos seduce en su papel de aviadora emancipada. Esta vez hay un cambio de museo, el Smitian o como se llame de Washington. La película tiene muy poca coherencia, los productores sólo buscan la espectacularidad y crear un espectáculo divertido. Desean que la gente se lo pase bien y eso lo consigue fácilmente.
En efectos especiales han tirado la casa por la venta, lo más divertido es ver la estatua de Abrahm Lincoln tomar vida. O las pinturas del museo, penetrando incluso en la famosa foto en blanco y negro con un marino besando a una chica. El guarda pierde su movil que deja perplejo al marine que trata en el epílogo descubrir sus secretos. El marine se llama Motorola.....
La acción nunca decae, poco importa la incoherencia del guión, porque un museo vigilado con cámaras de seguridad no se da cuenta del enorme estruendo que tiene lugar en sus entrañas por la noche.
Pero claro, lo único que se pretende es que lo pasemos bien y esos detalles poco importan. Ben Stiller es uno de los mejoes comediantes del cine actual, al menos es el que más se preocupa de darle calidad a sus trabajos, por lo que sentimos una profunda simpatía hacia él.
Ben Stiller repite en su personaje, añoramos a Dick Van Dyke, y Amy Adams nos seduce en su papel de aviadora emancipada. Esta vez hay un cambio de museo, el Smitian o como se llame de Washington. La película tiene muy poca coherencia, los productores sólo buscan la espectacularidad y crear un espectáculo divertido. Desean que la gente se lo pase bien y eso lo consigue fácilmente.
En efectos especiales han tirado la casa por la venta, lo más divertido es ver la estatua de Abrahm Lincoln tomar vida. O las pinturas del museo, penetrando incluso en la famosa foto en blanco y negro con un marino besando a una chica. El guarda pierde su movil que deja perplejo al marine que trata en el epílogo descubrir sus secretos. El marine se llama Motorola.....
La acción nunca decae, poco importa la incoherencia del guión, porque un museo vigilado con cámaras de seguridad no se da cuenta del enorme estruendo que tiene lugar en sus entrañas por la noche.
Pero claro, lo único que se pretende es que lo pasemos bien y esos detalles poco importan. Ben Stiller es uno de los mejoes comediantes del cine actual, al menos es el que más se preocupa de darle calidad a sus trabajos, por lo que sentimos una profunda simpatía hacia él.
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