ROBIN HOOD (2010)
Desde que el cine se inventó siempre el arquero de Sherwood ha aparecido en las pantallas bajo rostros distintos. En el mudo Douglas Fairbanks, el célebre saltimbanqui, y en los 30 fue Errol Flynn, hasta ahora los más famosos. En los últimos años Kevin Costner estrenó la versión más sosa que recuerdo aunque ya fue rompiendo el cliché de ese Robin Hood con leotardos que son verdaderamente anacrónicos. Una concesión a la cuota de actores afroamericanos distorsionaba aún más esta versión porque no venía a cuento pero en fin, al menos Morgan Freeman nos amenizó la velada a pesar de su inexactitud histórica.
En la versión que nos ocupa, dirigida por Ridley Scott, nos encontramos una nueva concesión a lo políticamente correcto. Esta vez Lady Marian (aquí Marion) viste la armadura para combatir a los invasores franceses y participa de la batalla final para satisfacer a las feministas del siglo XXI. Nada que objetar aunque sea históricamente falso como resulta inexacto el guión de la película recientemente estrenada.
Ricardo Corazón de León, aunque no está claro que fuera contemporáneo de Robin Hood, fallece al regresar de su cautiverio en un ataque a un castillo francés para saquearlo. Los caballeros feudales de antaño aparecen como truhanes infames asesinos y ladrones. En realidad, muchas fuentes difieren de esas peleas con el rey de Felipe de Francia que apuntan una relación homosexual entre ambos y no lo digo en tono de broma. Recordemos El león en invierno (1968) sobre las disputas familiares de los Plantegenet, Enrique II y Doña Leonor de Aquitania, padres de Ricardo, en donde se insinúa esa inclinación del príncipe que después heredó la corona.
En fin que la película de Ridley Scott desde la perspectiva histórica no hay por donde cogerla.
En la parte negativa además nos encontramos un mal guión, poca definición de los personajes. Mal endémico del cine de la última década. Se cuenta con un generoso presupuesto, abundantes batallas con numerosos extras y efectos digitales impresionantes. Pero todo se diluye por una fotografía oscura y por la superficialidad del desarrollo.
La parte positiva son los actores que lucen todo su pedigrí. Aparte de los ya mencionados nos encontramos a William Hurt y al gran Max Von Sydow. La narración no aburre pero carece del ritmo trepidante de la versión alegre, colorista y luminosa de Errol Flynn que continúa imbatida pese a contar con menos recursos.
Ricardo Corazón de León, aunque no está claro que fuera contemporáneo de Robin Hood, fallece al regresar de su cautiverio en un ataque a un castillo francés para saquearlo. Los caballeros feudales de antaño aparecen como truhanes infames asesinos y ladrones. En realidad, muchas fuentes difieren de esas peleas con el rey de Felipe de Francia que apuntan una relación homosexual entre ambos y no lo digo en tono de broma. Recordemos El león en invierno (1968) sobre las disputas familiares de los Plantegenet, Enrique II y Doña Leonor de Aquitania, padres de Ricardo, en donde se insinúa esa inclinación del príncipe que después heredó la corona.
En fin que la película de Ridley Scott desde la perspectiva histórica no hay por donde cogerla.
En la parte negativa además nos encontramos un mal guión, poca definición de los personajes. Mal endémico del cine de la última década. Se cuenta con un generoso presupuesto, abundantes batallas con numerosos extras y efectos digitales impresionantes. Pero todo se diluye por una fotografía oscura y por la superficialidad del desarrollo.
La parte positiva son los actores que lucen todo su pedigrí. Aparte de los ya mencionados nos encontramos a William Hurt y al gran Max Von Sydow. La narración no aburre pero carece del ritmo trepidante de la versión alegre, colorista y luminosa de Errol Flynn que continúa imbatida pese a contar con menos recursos.
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