SHERLOCK HOLMES
El nuevo Sherlock Holmes con el gran Robert Downey jr (excelente Charlot en Chaplin) no ha defraudado pese a ciertas licencias con las novelas de sir Arthur Conan Doyle. Jude Law es también un doctor Watson atípico y Rachel McAdams es Irene Adler, la ratera que vuelve loco al gran detective.
No sé porqué ese cambio de visión del personaje que esta vez vive de alquiler, es sucio y descuidado. Pero tenemos en la parte positiva las magníficas imágenes del Londres victoriano, excelente ambientación de época narrada con buen pulso por Guy Ritchie. Al parecer se ha querido "modernizar" al famoso detective pero esas modificaciones son más bien discutibles.
Lo mejor es la trama de esa conspiración imperialista de una secta masónica que parece haber salido de las pesadillas del régimen anterior que tuvimos en España. Seres perversos y asesinos que desean convertir al Reino Unido en el nuevo Imperio Británico reconquistando los Estados Unidos.
En fin, las paranoias de siempre. La maniobra ha sido exitosa porque la taquilla ha respondido. Echamos de menos al Sherlock Holmes de siempre, pero nos quedamos fascinados por las imágenes que nos muestra esa Inglaterra miserable y contradictoria. Esos lords estirados de rebuscada retórica y esos bajos fondos de plebe agresiva y violenta.
Naturalmente muchos efectos especiales adornan la trama, pero el argumento no queda a un segundo nivel como ha sido habitual en los últimos años. Podemos quedarnos satisfechos de esta nueva versión aunque prefiramos al Holmes clásico.
No sé porqué ese cambio de visión del personaje que esta vez vive de alquiler, es sucio y descuidado. Pero tenemos en la parte positiva las magníficas imágenes del Londres victoriano, excelente ambientación de época narrada con buen pulso por Guy Ritchie. Al parecer se ha querido "modernizar" al famoso detective pero esas modificaciones son más bien discutibles.
Lo mejor es la trama de esa conspiración imperialista de una secta masónica que parece haber salido de las pesadillas del régimen anterior que tuvimos en España. Seres perversos y asesinos que desean convertir al Reino Unido en el nuevo Imperio Británico reconquistando los Estados Unidos.
En fin, las paranoias de siempre. La maniobra ha sido exitosa porque la taquilla ha respondido. Echamos de menos al Sherlock Holmes de siempre, pero nos quedamos fascinados por las imágenes que nos muestra esa Inglaterra miserable y contradictoria. Esos lords estirados de rebuscada retórica y esos bajos fondos de plebe agresiva y violenta.
Naturalmente muchos efectos especiales adornan la trama, pero el argumento no queda a un segundo nivel como ha sido habitual en los últimos años. Podemos quedarnos satisfechos de esta nueva versión aunque prefiramos al Holmes clásico.
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