Tim Burton, actualmente en proceso de desmitificación, ha adaptado las aventuras de Lewis Carroll en una versión original protagonizado por Mia Wasikowska. Esta Alicia en el país de las maravillas no sigue la novela original sino que es una recreación políticamente correcta con una Alicia ya más adulta y deseable. Especie de cruce de Juana de Arco y Lara Croft que acaba derrotando a la criatura perversa de la Reina Mala a golpe de espada y la película concluye con un final anacrónico en la Inglaterra victoriana pero que en la actualidad sería lo más habitual según los cánones ideológicos actualmente en vigor.
Porque está claro que el mundo está cambiando y el rol de la mujer ha ido evolucionando. Pero está claro que en aquella época una Hypatia sería impensable y menos una Lara Croft, la atractiva protagonista de Tomb Raider.
Pero qué más da. La gente lee las películas como les interesa y en los últimos años se exige el discurso igualitario aunque carezca de rigor histórico. En fin. Alicia se ha soltado la melena y ha dejado de ser la niña perdida, ingenua y desvalida que imaginó Lewis Carroll.
La imaginaria de Tim Burton hace su aparición y naturalmente nos transporta a un mundo fascinante, de ensueño, con grandes efectos digitales que han revolucionado al cine de la última década pese a las críticas sangrientas y rutinarias que recibe. El cine siempre ha sido así, cuando un fenómeno es vigente se le defenestra sin contemplaciones y al cabo de unos años es mitificado hasta la histeria más irracional.
En este aspecto Burton no nos decepciona porque es evidente su habilidad en la creación de un universo propio en el cual soñamos. Le falta un guión más elaborado y arriesgado, pero nunca decae y la acción se encadena para no conceder ninguna tregua al espectador. No aburre. Divierte, eso sí, y en realidad es lo único que pretende.
La imaginaria de Tim Burton hace su aparición y naturalmente nos transporta a un mundo fascinante, de ensueño, con grandes efectos digitales que han revolucionado al cine de la última década pese a las críticas sangrientas y rutinarias que recibe. El cine siempre ha sido así, cuando un fenómeno es vigente se le defenestra sin contemplaciones y al cabo de unos años es mitificado hasta la histeria más irracional.
En este aspecto Burton no nos decepciona porque es evidente su habilidad en la creación de un universo propio en el cual soñamos. Le falta un guión más elaborado y arriesgado, pero nunca decae y la acción se encadena para no conceder ninguna tregua al espectador. No aburre. Divierte, eso sí, y en realidad es lo único que pretende.
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