INDIANA JONES
Hay un tipo de película que siempre goza de mala crítica e importante éxito de taquilla. Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal es una de ellas. Cuando aparecen son machacadas y al cabo de algunos años se convierte en un clásico venerado por todos. Es la misma película pero otra la mirada. Por eso hago caso omiso de lo que se escribe sobre cine en este y otros países harto ya de tanto tópico obsoleto.
Las nuevas aventuras de Indiana Jones, al cabo de un largo silencio, podían habernos decepcionado al mostrarnos al héroe al principio de su entrada en la tercera edad, esa de la que todos parece que huimos y con no poca razón por el desprestigio que eso comporta. La actual sociedad, materialista y egoísta, ha mitificado la juventud aunque ésta sea también marginada por otros conceptos.
Ver a Indiana Jones con el cabello cano y arrugas en el rostro parecía un sacrilegio, sin embargo no ha sido así porque Steven Spielberg ha sabido capear el temporal. Los malos si han cambiado, esta vez de ideología, ahora son comunistas. Años atrás mostrar a los soviéticos como villanos podía costar un varapalo de la crítica que, como se sabe, simpatiza con ese régimen político y no puede tolerar que sea puesto en la picota.
También se podría temer una mirada nostálgica, pero no es sólo eso la película sino una buena puesta al día aunque conservando el estilo de las antiguas aventuras del famoso arqueólogo cuya trilogía por fin se ha convertido en un póker de clásicos del cine de aventuras.
Cate Blanchett está magnífica como la villana y nos reencontramos a Karen Allen, la primera compañera de Indy, que esta vez sí le lleva al altar.
Tumbas peruanas, amazónicas, acción trepidante y un Harrison Ford en plena forma conforman este bello espectáculo con apuntes de ufología.
Las nuevas aventuras de Indiana Jones, al cabo de un largo silencio, podían habernos decepcionado al mostrarnos al héroe al principio de su entrada en la tercera edad, esa de la que todos parece que huimos y con no poca razón por el desprestigio que eso comporta. La actual sociedad, materialista y egoísta, ha mitificado la juventud aunque ésta sea también marginada por otros conceptos.
Ver a Indiana Jones con el cabello cano y arrugas en el rostro parecía un sacrilegio, sin embargo no ha sido así porque Steven Spielberg ha sabido capear el temporal. Los malos si han cambiado, esta vez de ideología, ahora son comunistas. Años atrás mostrar a los soviéticos como villanos podía costar un varapalo de la crítica que, como se sabe, simpatiza con ese régimen político y no puede tolerar que sea puesto en la picota.
También se podría temer una mirada nostálgica, pero no es sólo eso la película sino una buena puesta al día aunque conservando el estilo de las antiguas aventuras del famoso arqueólogo cuya trilogía por fin se ha convertido en un póker de clásicos del cine de aventuras.
Cate Blanchett está magnífica como la villana y nos reencontramos a Karen Allen, la primera compañera de Indy, que esta vez sí le lleva al altar.
Tumbas peruanas, amazónicas, acción trepidante y un Harrison Ford en plena forma conforman este bello espectáculo con apuntes de ufología.
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